José Francisco: “Me han ayudado mucho en Los Asperones. Cuando estaba en Bachillerato y mi madre no me podía pagar una academia, mi Manuel me consiguió una profesora"
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Málaga es la ciudad de moda, un foco de turismo, innovación y tecnología. Pero, como en todas las grandes ciudades, existen otras realidades. Una de ellas es la del barrio de Los Asperones, donde José Francisco Gómez Heredia se ha convertido en el primer graduado universitario de su historia, un hito que está sirviendo de inspiración para las nuevas generaciones. Hasta allí se ha desplazado Pilar Cisneros, para conocer su historia dentro del especial 'Todas las caras de la pobreza'.
El barrio de Los Asperones se creó hace unos 40 años para erradicar el chabolismo, con unas casas prefabricadas proyectadas para cinco años que aún perduran. Hoy viven allí unas 1.000 personas en una situación de gran vulnerabilidad, con una tasa de paro que, según el último informe de Cruz Roja, supera el 80% de los residentes.
Salir de esta espiral es un reto, especialmente en el ámbito educativo. En el instituto donde estudió José Francisco, se coloca una estrella roja en un muro por cada alumno que completa la educación obligatoria. La suya es dorada, un reconocimiento por ser el primero en llegar a la universidad.
Aunque reconoce que la gente puede mirar de forma extraña a los desconocidos, José Francisco desmonta los prejuicios sobre su barrio. "Mi barrio es un barrio muy seguro", afirma en Herrera en COPE, y añade que a menudo "se asocia mucho a lo malo, pero para nada conflictivo". Defiende además los valores de la comunidad gitana, mayoritaria en la zona: "La cultura gitana somos personas muy acogedores, te damos lo que no tenemos, te lo damos, somos así".
José Francisco atribuye su éxito a dos pilares fundamentales: el apoyo familiar y el esfuerzo. "Tengo una familia que tiene un trabajo fijo, estable, tiene un negocio y le ha ido lo suficientemente bien como que no nos falte comida, ropa y las necesidades básicas", explica. Sus padres apostaron por su educación desde el principio, apuntándole a un colegio fuera del barrio.
Sin embargo, el camino no fue fácil. Durante el primer año de Bachillerato estuvo a punto de abandonar, pero su madre fue clave para que no tirara la toalla. "Me dijo, si tú no quieres seguir estudiando, pues tú no estudies, vente a trabajar al mercado", recuerda. Tras experimentar la dureza del trabajo físico durante unos días, tuvo clara su elección: "¿Qué prefieres? ¿Esto o estudiar? Y la verdad que me convenció".
Decidió estudiar para ser graduado social con el objetivo de ayudar a los demás, una vocación que nació de su propia experiencia. "A mí también me han ayudado mucho. Yo he tenido educadoras, educadores en mi barrio, mi Manuel, por ejemplo, educador de calle de mi barrio, que cuando yo estaba en bachillerato y mi madre no me podía pagar una academia, me consiguió una profe de inglés", relata José Francisco. "Yo pensaba, ¿por qué no puedo hacer yo esto? Y yo creo que así es como se se puede romper este círculo de marginalidad".
Su logro personal ya está teniendo un efecto multiplicador. Él mismo lo comprueba cuando los más jóvenes lo paran por la calle o cuando una vecina de 20 años fue a su casa expresamente para contarle que había conseguido el título de auxiliar de enfermería.
Para José Francisco, esto demuestra que su esfuerzo no solo le beneficia a él: "Le beneficia a más gente, porque te pueden ver como un espejo, como un referente, como alguien para abrir lo que tú dices, camino".
España vive un avance preocupante de la pobreza. Según el informe FOESSA de Cáritas, cada vez más familias de clase media caen en la exclusión social debido al elevado precio de la vivienda y a empleos marcados por la precariedad. Más del 50% de quienes reciben ayuda de Cáritas trabajan, aunque sus condiciones no les permiten abandonar la exclusión. La precariedad laboral se ha convertido en un fenómeno estructural que afecta a casi la mitad de la población activa.
Actualmente, 4,3 millones de personas en el país se encuentran en exclusión severa. Un tercio son menores, lo que sitúa a España con la tasa más alta de pobreza infantil de la Unión Europea: 2,3 millones de niños, según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza.
Sin embargo, la pobreza abarca más que la carencia económica. A principios de octubre se difundió la exhortación Dilexi Te del Papa León XIV, centrada en la importancia del amor hacia los pobres. El texto recuerda que existen múltiples modalidades de pobreza: la espiritual, la material, la derivada de la fragilidad personal, la de quienes viven al margen sin herramientas para defender su dignidad y también aquellas nuevas formas “más sutiles y peligrosas”.
España se encuentra ante un momento crucial, tal y como subraya el informe FOESSA. Por ello, los comunicadores de COPE emprenden un recorrido por el país para profundizar en las claves de esta crisis, dar voz a los protagonistas y compartir historias personales que permitan entenderla. Todo este trabajo se integrará en la programación especial ‘Todas las caras de la pobreza’.




